28 junio 2011

Bajo la lluvia que no ven

Llovía mientras caminábamos bajo aquella lluvia por las calles miraflorinas. Aquellas que nos vieron buscar un menú de siete soles, comerlo y disfrutarlo. Aquellas que nos vieron correr por Starbucks con galleta en mano. Aquellas que fueron el preámbulo perfecto para un encuentro casual e imperfecto. Sí, aquellas calles que escucharon las risas más explosivas y las seudomaldades más buenas del día. Aquellas calles miraflorinas que, bajo los pies de aquel par de locas, hicieron la fórmula de hippides y amistad perfecta.

Bajo la lluvia que todos veían, estábamos nosotras; bajo la lluvia que nadie veía, nuestros más dulces y recógnitos secretos: familias algo disfuncionales, amores pasajeros, amores duraderos. Todo aquello que nadie podría descifrar en nuestro rostro. Todo aquello que cada persona en la faz de la tierra carga dentro suyo. Todo aquello que sabemos existe, pero, en muchas ocasiones, ignoramos.

Paró de llover y nosotras nos despedimos de aquel frío malecón miraflorino y de la lluvia que había sido testigo de cada parlamento de aquel guión tan espontáneo y divertido que escribimos de improvisto.

Paró de llover y terminamos en mi cuarto, conversando de la vida, para variar. Paró de llover y ella se fue. Paró de llover y llegó mi papá. Bajo la lluvia que ya nadie veía,estábamos los dos conversando de la vida.

Llegó mi familia. Vimos una película. Reímos. Jugamos. Conversamos.

Y bajo la lluvia que ya no estaba y que nadie veía, en esos momentos, me di cuenta de lo afortunada que soy. Un par de hermosas familias, hermanos no sanguíneos, increíbles amigos... y me tengo a mí. A mí que aprendí a apreciar quien soy, a mi que aprendí que la persona que esta frente al espejo, con virtudes y defectos, es imperfectamente imperfecta.

Y eso esta tan bien.

Sí, bajo la lluvia que nadie ve, hoy me siento feliz. Increíblemente feliz! Mírense al espejo, dejen un día para todas aquellas cosas que muchas veces dejan ir.

Disfruten, vivan.

Amen, sientan.

Sonría y sean felices. Hoy yo lo fui y una vez que sientes que eres realmente feliz... realmente feliz, tu vida cambia. Y en esos segundos, sientes que estás bailando bajo la lluvia, con todos aquellos que nunca dejarán de estar en tu vida.

Y es así como bajo la lluvia que nadie ve, que ustedes serán felices. Completa y puramente felices.

25 junio 2011

Blackjack

Antes, solía pensar que el amor era como el poker. Ahora, después de haber ido al casino, creo que el amor también puede ser como un juego de blackjack.

Esta teoría es igual a la del poker: el amor es como ese juego donde apuestas poco, regular, mucho o todo y de acuerdo a las cartas que te toquen te retiras, ganas o, peor aún, pierdes todo. Sin embargo, la diferencia entre el poker y el blackjack, es que este último le añade un valor agregado muy importante: todo amor tiene un límite y si lo sobrepasas pierdes.

En el caso del blackjack es el número 21; en el caso del amor, todo aquello que soporte tu corazón.

Ahora la pregunta es ¿Cuánto es capaz de soportar tu corazón? En el caso del amor, no hay un límite matemático; sin embargo, siempre hay un límite interno. Para algunos, es el orgullo; para otros, la libertad; para unos cuantos, la diversión y para un escaso par, el miedo.

Yo era parte de ese escaso par: el que imponía a su corazón nunca entregarse por miedo. Miedo a no ser correspondida, miedo a no sentir lo que buscaba sentir. Miedo a que se cansaran de mi. Miedo, miedo y más miedos: ese era mi maldito límite. Sin embargo, rompí la maldición: boté mis miedos. 

Y aunque se que este blackjack que es el amor, requerirá que le imponga otro límite, por lo pronto me alegro que, por primera vez en mi vida, sienta que estoy lista.

Lista para tu sonrisa, para tus besos, para tus te quieros.

Ya estoy lista, sólo faltas tú... pero alto: no te apures. Tómate tu tiempo que este corazón sin miedo, quiere explorar otro par de juegos. Sí, tómate tu tiempo que aunque ya deseché mis miedos, falta otro límite para entrar a jugar en aquel blackjack llamado amor.

Yo ando buscando mi límite y ustedes ¿Ya saben cuál es el suyo?

Mi madre y yo

Mamás: las odiamos, las amamos, las volvemos a odiar, pero siempre, al final del día, las terminamos por amar.

Y es que es inevitable, realmente inevitable, molestarte por tu mamá por mucho tiempo. Lo digo por experiencia: creo ser, no, estoy segura que soy una de las personas que más discute con su mamá (es en serio, hay días en los que discutimos más de veinte veces por hora gracias a que ambas somos un manojo de bipolaridad andante); sin embargo, nunca, nunca, por más que he intentado, he logrado resentirme o molestarme mucho tiempo con ella. Simplemente no puedo. Por más que lo intento no puedo. Por más que me aferro a sus errores y a sus golpes, yo no puedo. Lo he intentando un millón de veces, y siempre fallo: no puede pasar mucho tiempo hasta que la extrañe, hasta que la necesite y, aceptando sus disculpas, decida amistarme con ella... por milésima vez.

Y quizás sea por una simple y sencilla razón: yo la amo.

Sí, con todos sus defectos y virtudes amo a mi mamá: alegre, inmadura, jaranera, dependiente, jodida, maniática del orden, impulsiva, luchadora, trabajadora. Así, yo la amo. Y aunque hayan días en que no la soporte, también existen días como hoy en los que veo cómo se esfuerza por tenerme a su lado. Cómo se esfuerza por no volver a equivocarse. Cómo se esfuerza por no perderme... y no lo hará. Nos une un lazo que va más allá de un cordón umbilical; más allá de una muestra de ADN... más allá: nos unen los momentos. Nos une aquella primera mirada que nos dimos cuando yo llegué al mundo. Aquella palabra que me enseñó y yo, fielmente, repetí. Nos unen nuestras anécdotas, nuestras alegrías, nuestras derrotas y, también, nuestras peleas. Nos unen estos dieciochos años de vida compartida.

Aunque suene poco, nos une mucho. Y no hay fuerza capaz de romper aquel lazo. Se que ella se equivoca mucho, pero también, se que yo no soy un pan de Dios. Yo soy una malhumorada, una jodida, una bipolar, una llorona... soy un cuco disfrazado de ángel o un ángel al que le encanta jugar de cuco. Alto, quizás el problema no irradie en cómo somos, sino en que, sorpresivamente, somos tan distintas como iguales.

Quién diría.

Como sea, el punto es que ni ella ni yo somos perfectas. En serio, si hay un par de madres e hijas imperfectas en la faz de la tierra, esas somos nosotras: pequeños desastres andantes que aprenden de la otra. Que sobreviven superando cada golpe de la vida. Que viven, bailan, sienten, aman (bueno, yo todavía no) y, más importante aún, que se aman.

Sí, mi mamá y yo nos amamos. Peleamos, nos odiamos, pecamos en palabras, pero en el fondo amamos esta relación madre e hija, tan particular, tan única y tan, pero tan especial que tenemos.

Gracias por el día de hoy má, después de tres semanas sin vernos, me demostraste que ya no hay razón para no venir: tú me quieres aquí, en tu vida.

Y yo también te quiero aquí, en la mía, bien adentro para que me jodas cada que lo necesito, para que me limpies las lágrimas cada que salgan sin parar, para que me des tus consejos de vida cada que los necesite.

Yo te quiero en mi vida y siempre te voy a querer ahí.

Te amo má. Te amo.

23 junio 2011

Vivir

En serio no sé qué es, pero siempre hay algo inusual en cada taxista que conozco: coquetos descarados, políticos de izquierda, atrevidos en extremo o aquellos sabios abuelos. A veces, lo inusual, sucede por ellos y su naturaleza, otras, lo ocasiono yo y mi larga lengua.
Sea como sea, es ley: siempre que subo a un taxi algo sucede.

Revivamos el pasado. El coqueto descarado fue aquel que intentó conseguir mi número con la excusa de que no tenía amigos en Lima y yo, y mi inevitable cara de niña, éramos una opción viable. Atiné a bajar en la esquina. El político de izquierda fue un revolucionario cansado de la injusticia social. Debatí con él hasta desangrarme, bueno, hasta llegar a mi casa; sin embargo, de igual forma él votó por Humala. Luego, el atrevido en extremo con sus palabras tan poco normales: "Nunca has tenido novio? No lo asimilo. Cómo es posible que nadie haya besado tus labios?". No esperé más: me lancé a la vereda. 

Mis taxis y yo: una racha de inusuales anécdotas que contar y aunque la de hoy no sea tan rara como las anteriores, debo admitir que me dejó pensando... y todo gracias a él: el sabio abuelo.

Tendría no más de cincuenta, una voz rugosa y una carisma y simpatía que rara vez se tiene en pleno tráfico de la seis. Su buen humor me dio curiosidad, por lo que le hablé y aunque no fueron más de diez minutos de camino, aún recuerdo con exactitud cada cosa que me dijo:
"¿Dieciocho años? Eres una nena. Una nena que tiene cara de nena y aún no sale del cascarón, pero mira y escucha nena, que aunque aún no hayas vivido nada estás en la mejor etapa de tu vida. Dieciocho -suspiró-, dieciocho añitos, si, definitivamente estás por vivir cosas que jamás imaginaste vivir antes. Cuídate mucho, el mundo es muy grande, muy bueno cuando quiere, muy malo cuando puede. A pesar de todo eso, tu se feliz. Tu vive. Tu disfruta cada minuto que respires. Tú, sólo hazlo... y uy, me quedé sin gasolina"

Fruncí el ceño, esperando que fuera una broma, pero no lo fue: literalmente el carro, sin gasolina, se detuvo en medio de la pista. El sabio abuelo prendió y apagó el carro un par de veces y, magicamente, el carro volvió a prender y no sé cómo, llegamos al grifo de la esquina.

El señor no tenía mucho dinero, así que le pagué y como yo ya estaba a sólo un par de cuadras de mi casa, decidí bajarme y caminar.

Rumbo a mi casa, no pude evitar pensar en sus palabras y cuestionarme: ¿Estoy viviendo realmente mi vida? En esos momentos recordé cada momento de este año y sonreí: Sí, si la estoy viviendo. Quizás no de la manera correcta al cien por ciento, quizás no de la manera perfecta, pero, a mi manera tan particularmente imperfecta, la estoy viviendo. Estoy creciendo, cayendo y aprendiendo. Me estoy diviertiendo. Me estoy conociendo y estoy conociendo...

Ahora no puedo evitar sonreír. 

Sí, no sé si esta realmente sea la mejor etapa de mi vida, pero de igual forma me estoy asegurando de vivirla y vivirla bien. Y eso es algo que todos deberían hacer: olvidar los pucheros, desechar las tristezas, enjuagar las lágrimas, olvidar la amargura, dormir el cansansio y, finalmente, vivir. Vivir y sonreír. Vivir y divertir. Vivir y compartir. Vivir y arriesgar. Vivir y caer. Vivir y levantar.

Vivir y amar.

Vivir. Sólo vivir.

22 junio 2011

Cuchurrumis!

Siempre dicen que en la universidad pasarás, fugazmente, por diferentes sonrisas, diferentes miradas y diferentes palabras: buenas, malas o indiferentes; sin embargo, lo que nunca te dicen es que existe una posibilidad, en un millón, de que una de esas sonrisas, una de esas mriadas y una de esas palabras, se detengan en tu vida.
Y sean las de tu mejor amiga.

Sólo es una posibilidad en un millón y nosotras fuimos ese uno en un millón.

Desde la primera vez que hablamos el tiempo marcó la pauta; la universidad, el ritmo; los momentos, los acordes; y cada una de nuestras palabras, las voces de una nueva canción: nuestra canción. Una que hablaba de un par de chicas que no se conocieron de niñas; sin embargo, el destino las juntó en la etapa clímax de su vida: aquella de primeros amores, salidas, alcohol y risas; aquella de tristezas, confesiones y unas gotas de mala autoestima; aquella de libertad, de independencia... y aquella etapa donde lo único ridículo de la vida era y es, simplemente, no vivirla.

Ambas, ella y yo, diferentes (una rulosa, la otra casi lacia), pero tan iguales. Dos mejores amigas amantes de hablar, amantes de llorar, amantes de bailar, amantes de la conexión, amantes de un par de desconocidos, amantes de un primer amor que aún no llego, amantes de la bipolaridad, amantes de los eyecontact.
Amantes de vivir la vida.

Y no sé si en cada carrera haya un par de nosotras, no sé si en cada carrera haya, al menos, un par de Ale's y María Claudia's tan amigas, tan hermanas. No lo sé, pero espero que sí porque, después de tener más de un año de amistad y casi un año de mejores amigas y hermanas, quienquiera que tenga una amistad como la nuestra, no sólo tiene una mejor amiga, una hermana, sino tiene a una gemela. Una gemela como ella nunca quiso y como yo siempre imaginé.

Mi hermana. Mi amiga. Mi mejor amiga.

19 junio 2011

El bacán? II

Espera, ¿Realmente llamaste? Quiero decir, ¿Realmente te tomaste la molestia de coger tu nextel y alertarme? Tú, el bacán más bacán; el menos consciente de la realidad peruana... tú, ¿En serio llamaste? Debo ser sincera: me sorprendió. Pero soy realista y se que quizás sólo querías volver a pasar un buen rato: un par de bailes por aquí, otro por allá. Sólo eso. Y me parece bien, sólo que, repito porque así de grande fue la sorpresa: no me lo esperaba. En serio, realmente no esperé saber de ti hasta que el mundo se acabara y, en otra vida, tu alma bacán y la mía se encontraran. Sin embargo, diste señales de vida y me dejaste con el ceño fruncido. ¿Estas desesperado, acaso? No lo sé, no lo entiendo y, realmente, no me importa.

ACTUALIZACION: Volviste a dar señales de vida. Ahora dices que quieres verme y ahora yo te pregunto: ¿Qué clase de mala broma es esa, querido? Lo siento, pero soy realista: ¿Te faltó diversión? ¿Te faltó humor? ¿Te faltó un no?

¡Qué raro especimen eres! Sin embargo, debo admitirlo: hay algo en esa rareza que me provoca conocerte, no en un contexto romántico ni nada, sólo conocerte. Sólo ser tu amiga y así descubrir qué demonios pasa por tu cabeza bacán.

Them

Los extrañaba.

Es en serio, cada parte de mi ser extrañó a cada uno de ellos: el seudomejor amigo, a la parejita de promo, al ludópata empedernido, a la colegialamejor amiga, a la sonrisas... a ellos. A mi con ellos. A ellos de nuevo.  Y ya tuve la dosis de ellos que mi vida tanto necesitaba, el único problema es que su amistad es como una droga: una vez que la pruebas, no la quieres soltar.  Y es que ellos son así: únicos, especiales, increíbles y maravillosamente maravillosos. Ellos son así, y así son mis amigos, mis hermanos. Y ya volví a probar su amistad, el único problema es que ahora no los querré soltar. 

Porque hay amistades que el tiempo nunca puede borrar y la memoria jamás olvidará.

14 junio 2011

Yo no funciono bajo presión, repito

¡Alto! ¿Qué hacen? ¡Deténganse! Basta. Es en serio: no sigan.

Dejen que la amistad fluya, si tiene que pasar algo, con el tiempo, pasará. Por lo pronto, yo no quiero nada. Y no es que no quiera nada porque me rehuse al amor, al cariño y a todo ese tipo de cursilerías, sino que, simplemente, de esas cursilerías, en estos momentos, no siento ninguna. No, ninguna en lo absoluto. Ninguna, aún. Quizás con el tiempo, no lo sé, pero ahora, en estos momentos, no  ¡Entiéndanlo! Y de seguir así, de seguir likeando, fastidiando, de seguir en esa línea del amor jugando a ser cupido, están anunciando el agurio de una amistad que nunca llegará a más. 

Y no es que yo quiera que llegue a más, es sólo que ustedes me están jalando hacia la dirección incorrecta en un tiempo incorrecto. Ustedes me están atando a un amor que todavía no toca las puertas de mi corazón.  Y ustedes están haciendo que, este corazón contreras, lo repela.

Deténganse, que yo me desencantaré antes de encantarme (si es que me llego a encantar, lo que ahora veo difícil, por no decir imposible, dado que han convertido el encanto de ser algo natural, a no ser más que un pronóstico del tiempo). 

Deténganse y déjenme gozar de su amistad: eso es lo que más me importa. 

Deténganse, repito, y escúchenme.

Por hoy, no tengo ni un pacto con Soledad; sin embargo, por hoy, tampoco tengo un pacto con el amor eterno. Por hoy, yo sólo tengo un pacto conmigo y con mi corazón que sólo quiere bailar, vivir, reír. Y si en algún momento, alguien logra conquistar mi corazón será bienvenido, siempre y cuando se vista de naturalidad, sin presiones bajo la manga, ni likes detrás suyo.

Sí, él será bienvenido siempre y cuando edifique un enamoramiento que todos desconozcan y que yo, a penas, conozca.

Y será bienvenido siempre y cuando ustedes dejen fluir la química entre los dos. 

12 junio 2011

El bacán

Él, que te ve bailar y se acerca a acechar. Él, que intenta moverse con dos pies izquierdos para conquistar. Él, que te susurra al oído latina. Él, que alardea ser bueno en tiro (vale recalcar que con tiro se refiere al acto de cazar palomas y no de tiro al blanco, como yo imaginé). Él que añade tener una puntería excepcional cuando fija un objetivo (objetivo número uno: tú). Él, que se va. Él, a quien, te encuentras. Él, que te vuelve a sacar a bailar. Él, que después de un rato, te intenta besar. Él, a quien rechazas. Él, quien la lucha. Él, a quien le volteas la cara. Él, que, con descargo, te coge de la cintura y te acerca a sí mismo. Él, a quien empujas con sutileza. Él, que insiste. Él de quien, a la hora de irse, te despides.

Él, quien, de repente, juega su última carta...

Y él, a quien te vuelves a encontrar: con una sonrisa, en la puerta de la salida.

Él, otra vez. 

Te cuenta de su carro nuevo que hacía un par de días chocó y tú sólo atinas a decirle que es un imbécil. Habla de ir a una discoteca, tú no puedes. Sigue hablando y te tienes que ir. Te despides. Y cuando ya estás yéndote, te pide un buen beso de despedida. Tú pones los ojos en blanco y subes al carro, pensando que, ese día, encontraste la definición reencarnada de bacán: el que todo es, el que todas se la sabe y al que ninguna le puede decir que no.

Ja. 


El bacán, típico de encontrar en alguna reunión, fiesta y, sobre todo, discoteca. El bacán, aquel que cree poder conseguir lo que quiere, cuando quiere y como quiere. El bacán: él.

Y si supiera que me tomé el tiempo de escribir de él, estoy segura que los humos no cabrían en su rulosa cabeza.

Sé que no nos volveremos a ver, pero ¿Para qué negarlo? me hiciste reír y amo que me hagan reír.

Sí, ¿Para qué negarlo? la pasé bien. De igual forma, ¡Hasta nunca!: Dos palabras típicas que se les dice a un bacán antes que él las diga.

09 junio 2011

Love post for no one

"Yo... quiero que me enamoren. Ya, está dicho: me voy a dejar enamorar", dije decidida. Ella dio esa risa sarcástica, que casi había olvidado, y sólo atinó a decir "Ay, María Claudia"

Y sí, supe a lo que se refería: yo dejándome enamorar, ¿Qué clase de mal chiste era eso? Uno muy malo, sin duda alguna, porque el imaginar que yo, tan inestable, loca, bipolar, indecisa y jodida, me dejara enamorar, es lo más imposible que mis alborotados labios han podido pronunciar. Un muy mal chiste; sin embargo, debo admitirlo: hoy, por unos segundos, quise dejarme enamorar. Hoy, por unos segundos, quise que alguien me sorprendiera, que me fuera a buscar cuando menos lo imagine, que me llame cuando menos lo espere, que me cante aún cuando no quiera escuchar. 

Hoy, por esos mismos segundos, me detuve a pensar en el amor como hacía tiempo no lo hacía: inoportuna y lentamente. Inoportuna y lentamente, ¡Quién diría! Irónicamente, así se da el amor: cuando menos lo esperas y con calma, sin prisas.

Y hoy, después de esos segundos, me di cuenta de la realidad: nunca me he enamorado, nunca he tenido un enamorado y la idea de que alguien me enamore, siendo sincera, no me es tan indiferente; sin embargo, no tengo prisa para que alguien lo haga.

Que llegue quien tenga que llegar. Que entre como mi amigo, si quiere; que entre como algo más, pero que llegue cuando menos lo espero. Que llegue cuando menos lo espero y que llegue sabiendo qué quiere.

Que llegue sabiendo qué quiere y que llegue sabiendo que eso que quiere, soy yo.

08 junio 2011

Y, de repente, zumbas.
En la colmeja de pensamientos, expirados en dulzura, que es mi cabeza, tú zumbas; yo te espanto.
Y te vas: rápida y sencillamente, tal y como la vida.

07 junio 2011

ARDIDA, sí, ARDIDA

Molesta, furiosa, fastidiada, ardida, enojada: así estaba, estoy y estaré, al leer tus palabras.

Y no sé cómo empezar, ya grité, pateé, puñeteé. Sabía que te debía una disculpa, una explicación, un perdón y, otra vez, un adiós... que ganas de decírtelo cara a cara. Sabía que había tardado en dar la iniciativa; sin embargo la di, tarde, pero la di: te envié el mensaje pidiéndote fijar fecha de encuentro...aj. Tú aceptaste. No dijiste cuando, pero intuí, por lo que pusiste, que sí... en serio ese eras tú? Y a la hora de la hora, sorpresivamente hoy, me llega un mensaje tuyo... no tuyo.

Y comenzó a hervirme la sangre.

Sí, yo se que estés molesto, pero ¿En qué momento dejaste de controlar tu tan seudocontrolada molestia? Si, yo se que te falté el respeto y por eso mismo, aún cuando quise abrir tu ventana por facebook chat, até mis manos y me controlé para evitar tipear un par de adjetivos calificativos que, créeme, no te iban a dejar soñar. Porque entiendo todo, absolutamente todo, lo que pudiste llegar a sentir, inclusive el odio; sin embargo, pensé que serias capaz de expresarme tu molestia cara a cara y no redactando palabras fuera de tu léxico que ni que ni siquiera conocías, que ni siquiera pronunciabas... y que nisiquiera venían al caso: otra vez, por milésima vez, aj.

Pateé mi cama, mordí mi lengua para seguir leyendo y, cuando pensé haber podido controlar mi enojo, al leer tu última línea, me entró el descontrol.

"... que tu vida no sea conmigo."
AHI SI ME ENTRO EL DESCONTROL TOTAL. Dime, ¿En qué momento, EN QUE MOMENTO  había dicho que quería conversar contigo para regresar? Lo dejé muy claro cuando tipeé el mensaje: quería conversar contigo para disculparme, para darte una explicación, porque yo te falté el respeto y una explicación era lo mínimo que te debía. Era lo mínimo y yo lo sabía; sin embargo, no entiendo cómo en aquel mensaje tan simple y sencillo llegaste a malinterpretar todo lo que te quise decir. No entiendo cómo, después de todo, me creías tan cara dura de decirte para conversar y regresar cuando 1) mis latidos ya no suspiran por ti, desde tiempo atrás y 2) te falté enormemente el respeto, hiriendo tus sentimientos.

No comprendo, no entiendo qué pensabas en el momento en el que escribiste ese mensaje. ¿Eras tú? En serio ¿Eras tú? Porque si bien no merecía un trato bonito, ni lo esperaba realmente, tampoco pensé que llegarías a ser tan diferente, a creer cosas que no son y a ser tan voluble.

Yo te quise, pero hace diez minutos te quise matar. Sin embargo, la cólera ya pasó, ya pateé, ya grité, ya puteé y ya te respondí, coordialmente directa hacia los errores de tu primer mensaje.
Tú también ya respondiste... como tú. Como el que siempre has sido, eres y serás y eso me conforta aunque aún queden residuos de sangre hirviendo por mi cuerpo.

01 junio 2011

2 a.m.

Que raro abrir una conversación por facebook chat de alguien que crees que es, pero no es.
Que irónico gritar  conscientemente, y escuchar más fuerte el no de tu inconsciente.
Que sarcástico creer, por unos segundos, sólo creer.