08 abril 2010

El del micro.

Era una persona normal. 

No llamaba la atención por su atractivo, ni por irse, en ese aspecto, al negativo. Sin embargo, había algo raro en él que te hacía mirarlo sin saber por qué.


Sí, él era una persona normal, sin embargo lo raro en él, no fue que subió al micro a vender con una historia de lástima y pretensión, tampoco adaptó su vida al testimonio del ex-convicto. Él era una persona normal que subía a vender, y lo raro era que ni siquiera sabía cómo. Era una persona sin historia repetida, un ser sin ganas de dar compasión. 


Un expositor no preparado.

Y yo parecía ser la única -probablemente porque estaba sentada al frente suyo y porque tengo un afán en analizar a las personas, indescriptible- que le prestaba atención. Respiró un par de veces antes de comenzar, movió su mochila y sacó una barra energética. Alzó la voz un poco, pero todos seguían en su propio mundo, nadie lo escuchaba, y él no sabía como reaccionar. Parecía querer llorar, parecía querer bajarse e irse. Y yo lo seguía mirando, escuchando atenta cada palabra interrumpida en el acto por su incómodo silencio.

Yo era su más ferviente oyente en un mundo de indiferencia total. Y pareció darse cuenta, porque en un momento a otro me miró y sonrío. Agradeció por escucharlo y dijo que tenía una mirada muy alegre. Yo sonreí, y él me ofreció la barra energética.

Yo no tenía ni un sol. Literalmente. Le dije y el me escuchó y sonrío, dijo que mi respuesta le bastaba como pago. Que no necesitaba más.

Y se fue a recorrer el micro, ganándose con miradas indiferentes, otras de molestia, y alguna que parecía querer hacerlo sentir inferior. 

Recorrió de extremo a extremo y no vendió ni una barra.

Yo me entristecí, al punto en que después que bajó, y vi su mirada de tristeza y anhelo de superación, quise llorar. (Probablemente porque estoy en esos días donde lloro porque veo una paloma pasar) Sin embargo, quise llorar y sentí una décima parte de lo que él sintió: decepción.

Decepción de un mundo que pudiendo, te ve caer y no te alza la mano para levantarte. Decepción de un mundo que reacciona si tienes un record interesante.

Yo sentí esa decepción y ahora que me acuerdo de aquel tipo, me entra la tristeza, por él, y por haber descubierto que el mundo quizás es más agrio que dulce.

06 abril 2010

Si.

¡Aprobé mi primera práctica de mate con 18!

Bueno, esta nota sólo vale 2% -acá es donde la mayoría se ríe- pero yo estoy feliz porque fui una de las notas más altas y, y, me siento lista para (dicen que) seguir practicando. Quiero cogerle el ritmo a la universidad y seguir y seguir con notas altas.

Quiero pasar este ciclo sin jalar ni un curso, y con mínimo de nota quince.

Esta bien, nunca pediré tanto.

04 abril 2010

Talk with me now, and into the night.

Hoy fue una buena noche para coger el teléfono, marcar un número que sabes de memoria, y hablar con una de esas mejores amigas que siempre lo serán, como en los viejos tiempos.

Porque hay amistades que sé, perdurarán.

03 abril 2010

Semana Santa.


Sol, campo, naturaleza. Eso fue mi Semana Santa, añadiéndole el sonidito del nextel, las voces de nuevos conocidos,  el enterarte que uno de los locos de tu salón resultó ser una completa loca. 


Y darte cuenta que la universidad, con sus cosas de locos, es increíble por las personas que conoces.

Extrañar a tus mejores amigas, que te invada un poco la nostalgia.

Reír, jugar. 

Compartir con la familia. Extrañar a la otra.

Esa fue mi Semana Santa y ya estoy de vuelta, para una reunión de estudio.

01 abril 2010

Missing you.

Extraño hablar hasta que ya no tenga voz, reír hasta que mi estómago explote. Extraño jugar a las peleitas, o que adivine lo que pienso sin decir palabra. Extraño sus psicoanálisis, y sus crónicas diarias.

Yo, te extraño.

Es como si todo en mi vida estuviese bien, sin embargo desde el año pasado fue de tradición que hablemos diario, nos contemos todo, y nos aconsejemos mutuamente. 

Ya no es lo mismo. 

La vida universitaria acapara mi vida, y vivir al otro extremo del mundo, no es de gran ayuda. Ya las llamadas no se dan, y hablar diario pasó a ser uno de esos tantos mitos de historia peruana.

Y la extraño inmesurablemente, porque fue -¿En pasado? No.- mi consejera, y mi gran amiga. Porque fue la que estuvo ahí cuando reí de costumbre, lloré sin querer, y amargué sin porqués. Y la que siempre imaginé estaría cuando me pasarán las cosas más locas -que aún no ocurren- en mi vida, sin embargo, ¿Si comienzan a ocurrir?  ¿Ella dónde estará? ¿Yo donde estaré? ¿Y si llega el día en que después de mucho nos encontramos y ya no sabemos quien, realmente, somos?

Quizás exagero, pero falta una parte de mi vida, y esa parte lleva el nombre de una de mis grandes mejores amigas.