30 julio 2011

Tengo un raro antojo de ser tu amiga, pero tú...

¿Se puede retomar la amistad en cenizas de amores nunca consumados? Mi desarrollado sentido de superación dice que sí, tanto como mi sentido de realidad dice que lo olvide, porque no importa cuanto yo lo quiera si al final de cuentas no se puede.

28 julio 2011

Ludopata de la vida

Esta ingrata, que vive y luego escribe, ha vivido, cantado, bailado, jaraneado, amigueado, familiado, tomado, tomado en exceso y vivido tanto, en estas ultimas semanas, que olvidó escribir. Así que sólo resumiré mis días con una frase que amé desde el instante en que la escuché: "La mitad de lo que hemos vivido hace mas ruido que el ruido de un cañon".  

Y es tan cierto: los momentos que hemos vivido son efímeros, punzantes, penetrantes, impredecibles, pero, sobre todo, bombardeantes. Bombardeantes porque balean nuestra memoria a cada minuto con personas, palabras, acciones y contextos únicos, que nos toman de rehén y, antes de que lo imaginemos, nos meten en el adictivo juego de vivir.

Donde el camino es fructuoso y cada tanto, tenemos dos opciones: esquivar los momentos o, mejor aún, tomarlos y dejar que pasen por cada centímetro cúbico de nuestro cuerpo. Si los tomas, los sientes y es así como yo estoy pasando mis días: viviendo y sintiendo.

Los detalles vienen pronto, pero mientras lo resumiré a diversión, libertad, familia, amistades viejas, actuales y nuevas, mucho alcohol y un poco de poco control.

24 julio 2011

Sólo diré una frase: los años maravillosos.

Sí, estos son.

11 julio 2011

Sin título

Hoy me levanté de un humor muy especial, hoy me levanté enamorada. No de alguien sino, simplemente, enamorada. De una forma muy cursi y pegajosa. De una forma donde abres los ojos al despertar y sabes que, a pesar de nunca haberte enamorado, quieres escribir del amor.
De esa forma condenadamente cursi que viene a mi unas mil a las quinientas.

Así que hoy, escribiré del amor, pero no de lo que es ni de como se siente ni de tantas cursilerías más, porque me estaría engañando: no las he sentido en todo su explendor y escribir de ello sería fingir que si. Así que hoy, hablaré de las historias de amor que más me gustan: la del one night stand, la de los amigos y, mi favorita, la de los mejores amigos.

La historia de amor del one night stand es simple y sencilla (le sucedió a mi mejor amigo con su ex enamorada), estás en una reunión o fiesta y, de repente, sucede: ves a alguien a lo lejos y sólo puedes pensar "Tengo que bailar con él". El momento se da y bailan, aquí sucede lo "mágico" (exceso de cursi): tienen química. Un par de risas, un par de temas de conversación, uno de los dos mete cara y el beso se da. Después de un par de horas llega la parte decisiva: termina la fiesta. Probablemente nunca más vuelvan a saber del otro, pero de ser así... de ser así quizás salgan más adelante y más y más y más.
El resto es historia. Una de amor, probablemente.

La otra historia de amor, es la de los amigos: alguien que ya conoces, alguien con quien en algún momento, quizás en un principio, te sentiste atraído. Con él mantuviste largas conversaciones: en algunas partes pecaron en gileras; en otras, de tiernas. Ambos saben que hay atracción, química y las variables de la fórmula de una relación, es por eso que en algún momento uno da el primer paso: poner te quiero. El otro tiene que responder y si pone te quiero, el semáforo cambió a luz verde y el resto es historia.
Una de amor, probablemente.

Ahora, at last but not least, viene mi historia favorita: la de los mejores amigos. Fui testigo de esta historia durante cuatro años de mi vida en secundaria y puedo decir que esta es la historia de amor  más... más... ni siquiera tengo palabras para describirla. No las tengo, no las hay. Es algo tan puro, tan real, tan único. Es despertarte un día enamorada de aquel que conoce todo de ti y de aquel de quien tu conoces todo y sentir un terremoto de diez grados en tu corazón para el cual jamás ensayaste simulacro. Y es que este amor es así: viene de repente, sin preámbulos ni advertencias; viene, llega y se instaura en cada rincón de tu ser. Es la maldición más dulce que puede tocarte; es el encanto más maldito. Es... simplemente es. Es querer a la otra persona por lo que es, por como es y por quien es. Es conocer cuando miente, cuando ríe de verdad, cuando es por compromiso, cuando engaña, cuando odia y cuando ama.
Es conocer cada letra de su ADN y, aún con todos los errores que presente, quererlo.
Eso es.
Y es por eso que las historias de amor de los mejores amigos, son mis favoritas. Porque son las más puras, las más reales, las que demuestran tanto sentimiento en una sonrisa, eso son.

Fui testigo de esta historia en secundaria: mis dos mejores amigos, de repente, una noche sintieron la atracción. Desde ese día, cayeron en el limbo y fueron tres largos años de jugar a cruzar y no cruzar la frontera que separaba una amistad de una relación; sin embargo, aún sin saber qué eran realmente, ambos se querían de una forma pura, única y especial, hasta que él la cagó.
El resto fue historia. Su historia.

10 julio 2011

It I

"Lo más hermoso de la vida es invisible a los ojos"

Y eso es una de las tantas cosas que aprendí en lo que va del año.

08 julio 2011

Yo no pienso/quiero hablar de finales otra vez... y menos en prosa IV

Hablando de momentos, acabo de recodar el momento del sábado. Tú, como siempre, ahí: con un vaso de whisky en mano,  de cerca, me cedes tus labios.

Más de cerca, yo te cedo... mi mano.

Una mueca tuya, una girada de rostro mía y, como nunca... y, como siempre, un beso... en la mejilla.

Yo no pienso/quiero hablar de finales otra vez... y menos en prosa III

Ahora mi conciencia tendrá que superarlo: yo, definitivamente, no quiero hablar de finales.

Así que aquí estoy otra vez, volviendo a hablar de  momentos y, a esta hora de la madrugada,  sólo cruzan dos palabras por mi cabeza: malos momentos. O bueno, aquellos momentos que creemos son malos, y digo creemos porque si algo aprendí desde que tengo uso de razón, es que si bien hay momentos terribles, vergonzosos, traumantes, incómodos, fastidiosos... todos tienen una cosa buena en común: cada uno dura lo que dura el momento. 

No sé si me explico... creo que no, pero lo que quiero decir es que, por ejemplo, puede pasar que una noche de aquellas donde estás excesivamente feliz te embriagas y, en tu inconsciencia, terminas besando hardcoremente a ese chico con el que la pasaste bien, una semana atrás.

Él dice muchas cosas, pero tú, bajo los efectos del alcohol, sólo lo quieres besar... besar. 

Y besar.

Al día siguiente te levantas con un terrible dolor de cabeza y con escasos fragmentos de la noche anterior. En esos momentos, te miras al espejo y maldices haber tomado tanto; luego, mientras te cepillas, maldices haber quedado como una de tantas; y, después, cuando estás a punto de tirarte otra vez en tu cama, maldices no recordar casi nada de lo que él había dicho y de lo que tú habías respondido.

¿Terrible? Sí, probablemente puede sonar terrible para alguien que tiene un pacto con la moral, pero ese no era el caso, ese no fue el caso, porque si bien aquel momento fue incómodo, fastidioso, vergonzoso... tú estabas ebria y muy aparte, aquel momento ya había pasado y nadie podía quitarte lo bailado.

Así que ¿Para que arrepentirte de lo que viviste, si en el momento no lo hiciste? Y no es cuestión de sólo superación, es algo más: es... no sé cómo explicarlo, es levantarte ese día de tu cama para hidratar tu cuerpo y, de repente, sonreír recordando un par de besos bajo la escalera y reconociendo que dentro tuyo, como dentro de cada chica, hay una pequeña putita.

No sé si se entendió, no sé si me explique bien, pero lo que quise decir es que si bien hay momentos (seudo) malos, en realidad estos no son eternos, ergo, al final del día estos no existen.

Y el caso que les conté es sólo un pequeño caso en mi lista innumerable de momentos malos (en serio, a estas horas es el unico que recuerdo: necesito dormir).

Aquella lista que saco cada que necesito recordar que la vida se hizo para vivirla. Y yo la estoy viviendo, aprendiendo sí, pero viviendo.

06 julio 2011

Yo no pienso/quiero hablar de finales otra vez... y menos en prosa II

¿Existen los momentos adecuados? Quiero decir, este bien podría ser el momento adecuado para abrir mi libro de gerencia y ponerme a estudiar de una vez por todas, pero no, aquí estoy: sumergiéndome en la antología de lo que son los momentos. 

Yo elegí que estos minutos serían adecuados para sentarme y escribir. Yo ignoré a ciertas voces e hice lo que me nacía hacer... pues bien, yo soy un claro ejemplo de que los momentos adecuados no existen, tú haces que el momento sea el adecuado.

Tú tomas unos segundos y dejas de lado lo que sea que debes hacer  para hacer lo que realmente quieres hacer, siguiendo el ritmo de tu locura e ignorando, por completo, tu cordura. De repente, antes de que lo imagines, vas a sentir un calor por todo tu cuerpo, un calor llamado felicidad y es ahí donde sabras que aquel momento no pudo ser mas adecuado e, inclusive, perfecto.

Así que cuando alguien te diga "Este no es el momento", míralo directamente a los ojos y dile "Yo lo haré el momento". 

Ponte tu casaca de cuero y, simplemente, róbale un beso.

05 julio 2011

Yo no pienso/quiero hablar de finales otra vez... y menos en prosa I

Ya lo hice hace dos ciclos y, esta vez, no lo volveré hacer porque ese momento ya pasó.
Ese momento... ya acabó, hace tanto acabó.

Y tal y como lo pensé toda la noche, los momentos vienen y van y tu simplemente los ignoras o, mejor aún, los vives. Si los ignoras, te condenas a la eterna duda del maldito "Qué hubiera pasado si...", a las melancolías de recuerdos que nunca serán y a quizases que jamás se afirmarán o negarán. Sin embargo, si decides vivirlos arriesgando mucho o poco, puedes ganar los instantes más perfectos dentro del baúl de imágenes Kodak que hay en tu memoria. Instantes que quedan, instantes que retumban, instantes, sólo instantes: tan imperfectos que terminan siendo los más perfectos.

Sí, si decides tomar cualquier momento, sin querer queriendo, lo puedes volver tan perfecto, pero si lo dejar ir, si lo dejas ir, ten en cuenta que la otra persona puede escoger vivir, contigo o sin ti.

03 julio 2011

Por unos segundos

Hola, hoy cruzaste mi cabeza... y fue tan raro. No te miento: nunca cruzas por mi mente, no de esa manera tan furtiva, tan presente, tan latente, pero hoy, precisamente hoy, cruzaste tanto por cada rincón cuadrado de mi ser... y no sé por qué. No sé ni entiendo por qué mis pensamientos se encargan tanto de traerte a mi cuando saben precisamente que mi corazón por ti ya no quiere ni latir...

Ahora que estamos por caminos tan diferentes, ahora que estamos tan aparte, ahora que estoy segura ni me piensas.. .ahora yo te pienso. Ahora, yo te recuerdo.

Ahora, por unos momentos, susurro tu nombre al viento.

Y ahora, que estoy tan segura que tu camino y el mío nunca fueron diseñados para el mismo destino... ahora que por lo menos, yo me vuelvo a ir de tu camino, ahora te vuelvo a decir adiós.