Y cinco para las dos, estuve ahí, en el Americano de Miraflores, esperándolo con las ansias que sólo él ha logrado emerger de mi cuerpo...y no llegaba. Caminé de lado a lado, puse mil canciones, las canté, torturé mi mandíbula con un par de paquetes de chicles y cuando pensé que no llegaría (cinco minutos más tarde), alguien me tocó el hombro.
Sentí un nudo en la panza y no fue necesario voltear para saber que era él.
Volteé y sonreí. Me devolvió la sonrisa y nos saludamos. Me explicó que se había demorado por sacar dinero del banco y yo, luego de ver pasar mil micros, intenté convencerlo de subir a la Ancón-Surco para ir a Pato Paloma, sin embargo era en vano, él no quería. Yo fruncí el ceño escondiendo una sonrisa...éramos, somos tan diferentes, yo amo los micros, soy una callejera compulsiva y si por mi fuera iría de Ancón a Surco en el Anconero, sin embargo él...él prefiere los taxis. Por lo que, después de insistir en vano, tomamos un taxi.
Bajamos y comenzamos a caminar por el malecón, con el viento soplando en contra y un par de lenguas que no paraban de hablar rumbo a Pato Paloma. Después de veinte minutos mas o menos, hicimos una parada, jugamos cartas y luego volvimos a caminar...hasta que nos cansamos y yo caí en la cuenta que Pato Paloma quedaba ligeramente lejos como para ir en pie.
"Eh...nos sentamos?" Pregunté. "Creo que no hay forma de llegar a Pato Paloma a pie" Y le di una sonrisa media chueca, mientras el accedía y nos sentábamos frente al mar y su brillo particularmente intenso. Conversamos de todo y de nada, de nada y de todo con un par de cartas en la mano y la piconería en su punto que el juego requería.
Sin embargo, a pesar de hablar de mil temas diferentes no pude más con la curiosidad y en una parte de la conversación le pregunté por la primera chica que le había gustado este año.
"No fue un gusto...fue un pequeño interés", respondió y yo seguí barajando cartas, así como quien no quiere la cosa, aunque mi yo interior estaba saltando de felicidad.
"Verdad..." Me dijo con ese tonito de voz medio jugueton e intrigante, después de cansarnos de estar sentados, camino de regreso por el malecón. "Así que te gustó..."
No ese tema..., pensé, recordando que un par de noches atrás le había confesado que la primera persona que me había gustado este año...era un amigo...compañero...conocido, sí, conocido suena definitivamente mejor, suyo.
"Ah bueno..." respondí y comencé a contar la historia mientras él escuchaba atento. Después de ese conocido, retrocedí el tiempo y le conté historias de desconocidos. Atravesamos el puente suicida...él pensando quizás que yo era una loca, y esta loca hablando para variar, mas de la cuenta. Mucho más de la cuenta, hasta que un vendedor de rosas se nos acercó.
"Compre joven una rosita pa la jovencita, que linda se ve..."
Me sonrojé. Me miró. "¿Quieres?" preguntó y aunque definitivamente si quería, no iba a decirlo por nada del mundo.
"No...no sé, como tú quieras" Me limité a decir y avancé un poco más adelante por si decidía no comprarla. Sin embargo la presión del vendedor sumado a que casi le estamparon la rosa en el rostro para que la comprara, hicieron que la comprara...y que me la diera.
Me volví a sonrojar y mi corazón fugó hacia el mar y luego regresó.
Volvimos a hablar de la vida. Me contó una experiencia suicida que había tenido en USA (lugar que por cierto no recuerda con cariño), le conté de mis mil caídas y mientras caminábamos al paradero tuve esa extraña sensación de no querer alejarme de él...de no querer irme de su lado. Quería estar junto a él, hablando, riendo, jugando o simplemente haciendo nada, pero el tiempo seguía corriendo en una maratón de momentos y no había nada que pudiera hacer para detenerlo, solo irme con la esperanza de volver a verlo.
Así que le después de llegar al paradero, le di un beso en la mejilla...y subí al micro. Con las inevitables ganas de tenerlo cerca estando cada segundo...más lejos. Sí, me entristecí un poco, pero me sorprendí aún más ¿Acaso era posible extrañarlo como lo estaba extrañando? No, no era posible a menos que...realmente me gustara.
Realmente ¿Me gustaba?
Di un vistaso a las rosas y suspiré.
Él realmente no me gustaba...me encantaba.