24 diciembre 2010

Endemoniada navidad.

Hagamos algo...si tú me quieres más, no te vas a emborrachar.
Tramposo.
Ves, tú no me quieres más, yo te quiero más.
Ah, si? Ya verás.

Y llegué a la cena, con el propósito de pasarla bien, comer rico y no embriagarme.
Lo segundo y tercero se cumplió en su totalidad, para casi todos; sin embargo, lo primero se cumplió en su totalidad... para casi nadie.

23 diciembre 2010

Roba sonrisas.

Te quiero, escribió la noche después de ir a Pato Paloma y aún cuando antes me robaba sonrisas, desde ese día no ha parado de hacerlo a cada minuto del día.

Sonrisas grandes, pequeñas, gorditas y chuecas; pero sobre todo, me roba las sonrisas mas puras que pueden emerger del fondo de mi alma, de esas que hacen retumbar cada milímetro de mi cuerpo y me hacen quererlo aún más. Como las de antes de ayer, amaneciéndonos viendo la luna sonrojarse vía web, o sobre todo como las de hace un par de horas cuando confesamos lo ya confesado, yo diciéndole que era él, él diciéndome que era yo...

...y tan naranja como el eclipse que marcó el inicio del verano, así me dejó el corazón.

15 diciembre 2010

Y me dejaste...

...pensando en tí.

Llegamos a Pato Paloma después de dos salidas, y no sé si fueron sus manos sobre las mías, mi sonrisa en su mirada, sus dedos bordeando mi brazo, mi cabeza recostándose en su hombro o su mejilla acariciando mi cabeza...que lograron que un par de corazones llenos de ternura eclipsaran Pato Paloma. Con el sol de testigo y una memoria errante que por primera vez, olvidó olvidar.

12 diciembre 2010

I'll be seeing you?

No lo veré mañana...y tenía tantas ganas de verlo; sin embargo, la música es algo tan importante para él que se que tiene que dedicarle muchísimo tiempo, así tenga que sacrificar un día para verlo.
Aunque...

"Ya que no tenemos por qué levantarnos temprano mañana...quédate un ratito más :)"

...y muero de sueño, pero esta bien.

Sólo porque me encanta hablar contigo, y porque cuando te dije que tu banda era importante dijiste: Tú también, y me hiciste sonrojar.

Y sonreír.

11 diciembre 2010

Una segunda tarde a tu lado.

Y cinco para las dos, estuve ahí, en el Americano de Miraflores, esperándolo con las ansias que sólo él ha logrado emerger de mi cuerpo...y no llegaba. Caminé de lado a lado, puse mil canciones, las canté, torturé mi mandíbula con un par de paquetes de chicles y cuando pensé que no llegaría (cinco minutos más tarde), alguien me tocó el hombro.

Sentí un nudo en la panza y no fue necesario voltear para saber que era él.

Volteé y sonreí. Me devolvió la sonrisa y nos saludamos. Me explicó que se había demorado por sacar dinero del banco y yo, luego de ver pasar mil micros, intenté convencerlo de subir a la Ancón-Surco para ir a Pato Paloma, sin embargo era en vano, él no quería. Yo fruncí el ceño escondiendo una sonrisa...éramos, somos tan diferentes, yo amo los micros, soy una callejera compulsiva y si por mi fuera iría de Ancón a Surco en el Anconero, sin embargo él...él prefiere los taxis. Por lo que, después de insistir en vano, tomamos un taxi.

Bajamos y comenzamos a caminar por el malecón, con el viento soplando en contra y un par de lenguas que no paraban de hablar rumbo a Pato Paloma. Después de veinte minutos mas o menos, hicimos una parada, jugamos cartas y luego volvimos a caminar...hasta que nos cansamos y yo caí en la cuenta que Pato Paloma quedaba ligeramente lejos como para ir en pie.

"Eh...nos sentamos?" Pregunté. "Creo que no hay forma de llegar a Pato Paloma a pie" Y le di una sonrisa media chueca, mientras el accedía y nos sentábamos frente al mar y su brillo particularmente intenso. Conversamos de todo y de nada, de nada y de todo con un par de cartas en la mano y la piconería en su punto que el juego requería.

Sin embargo, a pesar de hablar de mil temas diferentes no pude más con la curiosidad y en una parte de la conversación le pregunté por la primera chica que le había gustado este año.
 "No fue un gusto...fue un pequeño interés", respondió y yo seguí barajando cartas, así como quien no quiere la cosa, aunque mi yo interior estaba saltando de felicidad.

"Verdad..." Me dijo con ese tonito de voz medio jugueton e intrigante, después de cansarnos de estar sentados, camino de regreso por el malecón. "Así que te gustó..."
No ese tema..., pensé, recordando que un par de noches atrás le había confesado que la primera persona que me había gustado este año...era un amigo...compañero...conocido, sí, conocido suena definitivamente mejor, suyo.
"Ah bueno..." respondí y comencé a contar la historia mientras él escuchaba atento. Después de ese conocido, retrocedí el tiempo y le conté historias de desconocidos. Atravesamos el puente suicida...él pensando quizás que yo era una loca, y esta loca hablando para variar, mas de la cuenta. Mucho más de la cuenta, hasta que un vendedor de rosas se nos acercó.
"Compre joven una rosita pa la jovencita, que linda se ve..."
Me sonrojé. Me miró. "¿Quieres?" preguntó y aunque definitivamente si quería, no iba a decirlo por nada del mundo.
"No...no sé, como tú quieras" Me limité a decir y avancé un poco más adelante por si decidía no comprarla. Sin embargo la presión del vendedor sumado a que casi le estamparon la rosa en el rostro para que la comprara, hicieron que la comprara...y que me la diera.
Me volví a sonrojar y mi corazón fugó hacia el mar y luego regresó.

Volvimos a hablar de la vida. Me contó una experiencia suicida que había tenido en USA (lugar que por cierto no recuerda con cariño), le conté de mis mil caídas y mientras caminábamos al paradero tuve esa extraña sensación de no querer alejarme de él...de no querer irme de su lado. Quería estar junto a él, hablando, riendo, jugando o simplemente haciendo nada, pero el tiempo seguía corriendo en una maratón de momentos y no había nada que pudiera hacer para detenerlo, solo irme con la esperanza de volver a verlo.

Así que le después de llegar al paradero, le di un beso en la mejilla...y subí al micro. Con las inevitables ganas de tenerlo cerca estando cada segundo...más lejos. Sí, me entristecí un poco, pero me sorprendí aún más ¿Acaso era posible extrañarlo como lo estaba extrañando? No, no era posible a menos que...realmente me gustara.

Realmente ¿Me gustaba?

Di un vistaso a las rosas y suspiré.

Él realmente no me gustaba...me encantaba.

07 diciembre 2010

Y ya volví a sonreír.

De vuelta.

Y ella me devolvió los estragos de temor e inseguridad que pensé había dejado atrás. Sin embargo, no la culpo, por el contrario, la compadezco. Compadezco su mirada afligida, sus labios acongojados, compadezco el quebrar de su voz y su rostro empapado, pero sobre todas estas cosas, compadezco aún más el dolor que escapó de ella, se albergó en mí y me tomó de prisionera.


Prisionera de demonios de los que tanto había estado huyendo...sí, esa María Claudia quiere volver.

05 diciembre 2010

A mi también me encanto estar contigo hoy día.

Y la panza me crujió en cuanto asimilé que realmente lo iba a ver. 

Ahí mismo, millones de pensamientos sobrepoblaron mi cabeza hasta hacerme vacilar, y la idea de no verlo corrió por mi mente. Sin embargo, algo dentro mío dijo: no. Por primera vez, el miedo dijo no, y para que no fuese tentación futura saqué mi Ipod y puse un par de buenas canciones, que por casualidades de la vida, eran suyas.

Vi el reloj y reí en silencio, faltaba media hora para encontrarnos y ¿Para qué negarlo? no podía esperar.

Después de hacer tiempo por haber llegado relativamente antes, lo vi en la puerta del Colegio Americano de Miraflores, conversando con alguien. Sus ojos se encontraron con mi mirada y a lo lejos, le sonreí. Él  devolvió la sonrisa mientras se acercaba para saludar, y antes de irnos me pidió regresar a la puerta del Americano para despedirse de la persona con la que hablaba: uno de los  señores del colegio, su amigo, que al parecer le tenía muchísimo cariño. Demasiado como para que él fuese un alumno más, y en esos momentos comprendí que cuando me había dicho para encontrarnos en ese, su colegio, no se refería tanto por haber estudiado allí, sino porque de alguna u otra forma si era suyo.

La curiosidad me mató, por lo que le pedí que me diera una rápida guía, sin embargo el tour comenzó y terminó en el patio, sentados en las bancas, conversando como jamás imaginé conversar con él.

Luego de hablar, salimos rumbo a Pato Paloma, pero gracias a mi poco sentido de ubicación, terminamos caminando por el malecón de Miraflores. Conversando, riendo, compartiendo momentos bajo una tarde casi soleada y frente a un mar gris, que en sus ojos reflejaba un perfecto azul. Y así pasamos nuestra tarde, caminando por el malecón, sentándonos frente a las olas y conociéndonos.

Estar con él...se siente tan bien, que es inevitable recordar sin sonreír, porque fue bonito, demasiado bonito. 


La verdad me encantó estar contigo hoy día :)
Y vuelve a leer el título, a mi también me encantó.