28 septiembre 2011

De primeros gustos y otros demonios.

Primeros gustos. Para muchos es una maldición que los perseguirá por el resto de sus días; para otros, un dulce recuerdo que roba sonrisas. Como sea, si hay algo que es cierto sobre los primeros gustos es que dejan una gran huella en nosotros. Son como un tatuaje permanente en la memoria y en el corazón, que no se puede borrar fácilmente. Alto, ¿Dije fácilmente? Debí decir nunca o, mejor dicho, casi nunca porque el primer verdadero gusto es algo que marca tu vida. Y sí, quizás suene muy dramático, pero es cierto: es imposible no recordar a la primera persona que te gustó, es imposible no mirarla y sentir al menos algo. Algo grande, algo pequeño, algo... simplemente algo porque esa persona fue la que le enseñó a nuestro corazón que sí es capaz de querer y cuánto es capaz de querer. Algo porque esa persona fue la que nos enseñó de arriesgarnos por lo que queríamos. Algo porque con esa persona aprendimos a que el yo, puede llegar a ser el más grande nosotros que jamás pronunciamos. Algo porque esa persona derritió un corazón de hielo y lo volvió extremadamente dulce y un poco más cursi. Algo porque por esa persona probamos el agridulce sabor de los celos en su máxima expresión. Algo porque esa persona, en pocas palabras, nos enloqueció, de los pies a la cabeza.

Algo... siempre habrá un algo que ese primer gusto nos hará sentir y ese algo, es más inevitable que respirar, porque respiramos con la razón y eso, hasta cierto punto, lo podemos controlar; sin embargo, sentimos con el corazón y eso, en ningún punto, se puede controlar.

Primeros gustos: tinta indelebre en el libro de tu vida. Nuestra vida.

Vida

Hoy fue la primera vez que sentí que realmente mi vida podía acabar. 

No miento, mientras mi papá me llevaba a la San Pablo, yo, malditamente sensible en estos días, lloraba sin llorar. Y, en ese llanto que no era llanto, también pensaba. Pensaba en mi vida: en qué había hecho con ella o qué me faltaba por hacer, en mis anécdotas en mis memorias, en mis asuntos pendientes... en todo, y en eso, tras sonreír y cubrirme los ojos, recordando,  llegué a la pregunta del año. ¿Cómo saber cuando se esta viviendo? ¿Cómo saber cuando se esta viviendo bien? ¿Lo estoy haciendo, acaso? No miento, pensé muchísimo en eso, y puedo decir que si muero, aún cuando me queden muchos pendientes, he tenido una buena vida con miles de millones de momentos únicos, pero, mejor aún inolvidables. Sí, tengo 18 y aunque no haya vivido más de lo que mis pocos años de vida me permiten, puedo decir que he vivido increíblemente bien.
Sin embargo, debo admitirlo: a ese increíble le falta un sueño. Algo tonto, algo iluso, algo furtivo, algo deseado desde que tengo consciencia: un albergue. Por eso, desde hoy, seguiré viviendo la vida como descubrí, este año, que se tiene que vivir  (cada día como si fuera el último), pero le añadiré el valor agregado de no perder de vista que cada paso de mi camino me lleve a crear mi propio albergue.

Un albergue, mi sueño... porque no hay nada que me pueda llenar más que eso: la sonrisa de un niño. Es... raro, inexplicable... indescriptible. Es algo que te llena por completo el corazón y lo alimenta con pureza, pero bueno, no diré más: quiero decir menos y hacer más.

Quiero seguir disfrutando cada segundo de mi vida, pero ahora vivir mi vida para mi y para quienes más lo necesitan. Quiero, ilusamente, cambiar el mundo. Dejar mi huella en pequeñas sonrisas. Dejar mi nombre tatuado en la alegría de pequeños... quiero, eso quiero.

Y obviamente, seguir viviendo como lo estoy haciendo. Ahora que encontré ese balance no hay nada que me detenga de explayarme en ambas cosas al máximo. Nada.

Y ahora iré a dormir, definitivamente una picadura de araña no se compara a un problema cardiaco, pero sí hay algo  que tienen en común:  las medicinas de ambos te drogan terriblemente.

27 septiembre 2011

Un poco de paz

No la veía desde que tenía 4. No la veía desde que tenía 4 años y hoy la vi... en mis sueños, a ella, tan ella... a  mi abuelita.

Fue un sueño raro, algo loco, desequilibrado, casi como suele ser mi vida. Una reunión (extrañamente en la casa de mi abuelo), amigos, alcohol, juegos...hasta ese entonces todo normal; sin embargo, cuando alguien puede viajar en el tiempo sabes que lo normal pasa a ser irracional; cuando alguien regresa y dice que vio a Hitler tu sólo puedes preguntarte qué demonios fumó; y cuando te dicen que ayudaron a construir una de las pirámides de egipto, no sólo te preguntas qué demonios fumó, sino le preguntas si tiene más para probar.

Y eso hice, en mi sueño claro.

Seguí los pasos que, según el patrón, me llevarían a cualquier momento loco en el tiempo y, sin embargo, tras decir unas palabras en quechua mirando un  reloj, no me cambié de lugar, pero eso sí, todos habían desaparecido. Yo seguía en la casa de mi abuelo, pero no había nadie. Intrigada, fui a la habitación más cercana, pero estaba igual que la sala y el comedor: vacía. No tenía miedo, eso lo recuerdo con claridad; por el contrario sabía que había algo especial, sabía que, inclusive, la vería. Así que no pensé dos veces antes de visitar el segundo piso. Y en el cuarto principal vi a mi abuelo, escribiendo una carta. Él me saludó y sólo atinó a decir "Tu abuelita esta en el otro cuarto".

En esos momentos corrí, corrí como la maratón del final de mis sueños; abrí la puerta y la vi. Echada en la cama, con una sonrisa, estaba ella: mi abuela. La misma del corazón y alma noble, la misma que no veía desde los 4, antes que falleciera. Ella. La misma. Yo no tenía miedo, lo recuerdo, sólo ansias. Ansias de verla y abrazarla. Ansias de un abrazo. Ansias. Ansias. Me acerqué a ella y sus labios sólo pronunciaron "Echate hijita.".

Y la obedecí.

Me eché a su lado y la abrace; llorando, la abracé mientras sentía una extraña paz, tranquilidad y alegría recorrer cada centímetro cuadrado de mi cuerpo. La paz, tranquilidad y alegría que necesitaba y que, curiosamente, había pedido horas antes, saliendo a las diez de la noche de la universidad.

Esa paz, tranquilidad y alegría, ella me las dio. Su abrazo me calmó. Recuerdo haber escuchado un "todo estará bien" de su parte y, después, un último abrazo suyo.

Uno de esos abrazos que no quieres que acaben nunca, uno de esos abrazos que te hacen despertar llorando.

Uno de esos abrazos que me hizo despertar llorando y seguir llorando diez minutos después.

Fue muy real, muy vívido... muy puro.

Siempre supe que había alguien que me cuidaba en cada aventura suicida a la que me expongo día a día (literalmente suicida), ahora sé que ella es la que me cuida, o una de las personas que cuida por mi.

Aún recuerdo sus palabras "Todo estará bien" y, hoy, todo estuvo de maravilla. Fue un día perfecto de no preocupaciones, mejores amigas y hablar de la vida.

Gracias abuelita. Gracias y te amo. No hay más que pueda decir.
Gracias por la paz que me diste, te juro que cada sonrisa que doy desde hoy, destila tu alegría, una pura alegría.

Y gracias porque por ti, hoy me siento increíblemente viva.

25 septiembre 2011

Un gusto conocerte...

...así haya sido una hora de risas, bailes y pasos descoordinados; así tú seas tan tú y yo tan yo; así tus pasos de regresen hacia otro camino; así ni recuerdes quien soy al amanecer... y no me preocupe por darme a re-conocer, así... fue un gusto conocerte.

22 septiembre 2011

Tan, tan, taaan

Si tan sólo supieras lo que en ese entonces no sabías, lo que en ese entonces ni yo sabía, mucho hubiera sido distinto... quizás todo... o quizás nada... 

Pero bueno, ahora lo tengo todo claro ¿claro? claro... ¡claro! eh...¿claro?... claro que no, claro que sí, claro que estoy loca (clarísimo que sí): un día solo quiero diversión; el otro, amor; pasado mañana querré un beso tuyo y cuando amanezca no querré ni recordar tu número. 

Así soy yo y estoy segura no soy la única. Apuesto mi desorden que a que cada una de nosotras tiene un pequeño lado retorcidamente bipolar que no hace más que imaginar miles de millones de momentos que nos que nos dan la sonrisa más dulce y orgásmica de la vida o, también, el puchero más curvado y tirano que nuestro rostro jamás ha trazado; que nos hace volar a lo más alto del cielo y luego nos lanza, sin piedad, al sétimo infierno;  y, aún cuando podamos llegar a odiar ese pequeño lado retorcidamente bipolar, aún cuando sepamos que nada de lo que imagina es cierto, cada que estamos solas, volvemos al ruedo.

Y esta es la noche donde creo saber que quiero: comienza con di, termina con sión.
Ahora sólo me falta ver... para te.

12 septiembre 2011

Martes 4:48 a.m

Media caja de cervezas: S/. 50
2 porciones de papas: S/. 5
1 pan con pollo precario: S/. 1.2

Terminar borracha un lunes con dos de tus mejores amigas frente a tu universidad no tiene precio.