30 marzo 2011

Sale el sol.

No esperé verlos, pero en cuanto mi mirada se cruzó con aquella escena extraída de película de amor, te pensé.

Te pensé porque supe que ella pude haber sido yo. Te pensé porque supe que él pudiste haber sido tú. Y te pensé porque ambos pudimos haber sido ser ellos; acurrucados bajo las estrellas de una blanca noche limeña, comunicándonos como solo los besos pueden comunicarse y queriéndonos como nadie aún lo hace.

Volví a mirarlos, y en un segundo quise hacer y ser esa escena. En un segundo te quería de vuelta, te necesitaba de vuelta... tanto o más que un mitómano sus mentiras. Te quería ahí. En un segundo te necesitaba ahí, junto a mí.
En ese mismo segundo, te sentí.

Y al otro, de nuevo, te dejé ir.

Al otro segundo, en media noche tras una tormenta de emociones y inestabilidades que parecía no acabar, salió mi sol. Mostrándome que el amor está en algún lugar del planeta tierra esperando por mi. Mostrándome que- aún cuando te quise...y cómo te quise!- tú no eras para mi, ni yo para tí. 

Al otro segundo yo lo comprendí.
Comprendí que el amor es algo más allá que el vuelo efímero de un par de mariposas. El amor es magia. Y la magia nunca se acaba e inclusive, para las personas inestables como yo, la magia es eterna.

Lamentablemente, mi magia hacia tí, tenía fecha de caducidad y yo lo había entendido.
Tú no merecías cariño, tú merecías amor. Tú aún mereces amor. De ese que te da cosquillas por todo el cuerpo cuando ves al otro, de ese que te hace sonreír, soñar, vivir...escribir. Sentir.
Tú mereces ese amor y yo por mucho que te quería, no te lo podía dar.
 Porque aún cuando eras tú, simplemente no eras tú.

Y antes que se extinguiese ese segundo, yo lo había comprendido. 

Así que, aunque nunca leas mis palabras, sólo quiero decirte que nunca dudes que te quise y que aún lo hago. Así ya no estés en mi vida, así yo no visite la tuya, así me odies... yo te quiero, sin embargo no eramos el uno para el otro. Porque un príncipe como tú y esta loca que juega a ser Cenicienta, no nacieron para el mismo cuento ni para el mismo amor.

Un soplo de viento rozó mis mejillas y sonreí. Miré una última vez aquella escena de amor, y me fui. Vaciando a mi paso, la botella de vino que compré para brindar en honor a la nostalgia, de aquello que pudimos, pero nunca tuvimos.

Adiós, tormenta de nostalgia. 
Hola, sol de amor.

29 marzo 2011

Yo soy tan inestable como la bolsa de valores, pero hoy... hoy... hoy... hoy me siento peor que ese jueves negro.

28 marzo 2011

Te extraño.
No.
Si.

Si.

27 marzo 2011

La teoría del amor, y mi teoría del desamor I

-Paciencia, mi vida, paciencia que es lo único que el verdadero amor necesita. Paciencia.
-Lo sé, abue. -Mentí con una sonrisa, di media vuelta y caminé de largo sin rumbo fijo tratando de encontrarle algún error a su teoría del amor. 

Tenía que  haberlo. Tenía que haber un maldito un error, algún cálculo mal hecho, alguna premisa no divisada. Algo...algo. Me negaba a creer que la fórmula del verdadero amor, ese de los mil y un finales felices, equivaliese sólamente a la paciencia. Me negaba rotundamente porque de no hacerlo, aceptaba que el verdadero amor sólo les pertenecía a los que contaban con esa única cualidad: los pacientes; y de ser así ¿Acaso, nosotros, los impacientes, estamos con condenamos eternamente al mal de amor?

Caminé de derecha a izquierda, de izquierda a derecha buscando una variable que quizás mi abuela había olvidado, caminé, pensé, busqué, hasta el amanecer.

25 marzo 2011

Tan Triste.

Para M. C.



Querida Tan Triste:

Comprendo, a pesar de ligaduras indecibles e innumerables, que llegó el momento de agradecernos la intimidad de los últimos meses y decirnos adiós. Todas las ventajas serán tuyas. Creo que nunca nos entendimos de veras; acepto mi culpa, la responsabilidad y el fracaso. Intento excusarme —sólo para nosotros, claro— invocando la dificultad que impone navegar entre dos aguas durante X páginas. Acepto también, como merecidos, los momentos dichosos. En todo caso, perdón. Nunca miré de frente tu cara, nunca te mostré la mía.

J.C.O.

Y ni bien leí el "Para MC" supe que esa carta, aunque no me perteneciese ni en la más loca de las ficciones literatas, le pertenecía a un corazón que busca y rebusca decirte adiós... aún cuando no lo desea, aún cuando ni lo anhela, se despide de ti. A un corazón más triste que el de Tan Triste y nostálgico que JCO. A un corazón, a mi corazón. Y es que así pasa, mi querido, cuando en juegos del amor, apostamos sentimientos que somos incapaces de pagar. Luego, endeudados, huímos de la obligación de dejarnos querer y de aprender a ser queridos.

Prófugos, tú y yo.

Prófugos los dos, porque en algún momento y en algún espacio, ambos nos dejamos llevar por el clímax de la dulzura, envolviendo nuestro cuerpo con versos y trazando coordenadas en nuestros corazones. Ambos nos quisimos, hasta que el azúcar dejó de endulzar y nos volvimos dos extraños. Desaparecimos de nuestras vidas... e incluso nos olvidamos. Así como olvidamos también que el olvido tiene fecha de caducidad y cedimos ante el recuerdo de lo que alguna vez nos perteneció. 
Cedimos, regresamos, nos emborrachamos de amor y al día siguiente nos entró la resaca del desamor.


No sé si alguna vez nos amamos, no lo creo, pero sí recuerdo que lo intentamos. Yo, con mis miedos bajo la manga y tu con el recuerdo del fracaso bajo la tuya. Lo intentamos. Casi amamos. Fracasamos.
Y ya no hay otra oportunidad para volverlo a intentar, porque así como JCO en su carta yo te digo adiós, mi querido Tan Triste, te digo irremediablemente adiós, como el día al sol, sin ninguna oportunidad de volverse a encontrar.


No me esperes en tu vida, que por lo pronto no me volverás a encontrar, no esperes ver mi anatomía porque ya no la volverás a delinear, no me esperes en tus sueños porque prometo ya no irte a visitar. No me esperes, no me busques, y no pienses que me ames, porque aún cuando crees que si, no lo haces.

Mi querido Tan Triste, llegó el final y yo tatúo este adiós en lo más profundo de tu corazón, sin vernos los rostros, ni rozar las miradas, como siempre lo hicimos, pero como ya nunca más haremos. 


Adiós.

20 marzo 2011

Almost 18.

Llovía. Llovía y yo pensaba, para variar.
Llovía. Llovía y yo te pensaba, para no variar.

Debo confesar que año tras año, en esta época, se alberga en cada uno de mis sentidos, la más grande de las nostalgias. Quizás por la espera eterna de las inesperadas flores de un amor que en mi corazón se marchitan. 

Quizás sea sólo por mi.
Voy a cumplir 18 y sólo quiero pedirte, hadita de los cumpleaños, que me recargues de la alegría que en estas hora no se hace notar. Que me traigas el corazón de alguien que esta listo para amar, y sobre todo para amar a esta loca que no quiere dejarse amar.

Lo que pasó en Barranco... se queda en Barranco.

Tengo rimel corrido por toda mi cara. Tengo sed. Tengo hambre. Tengo ganas de vomitar... pero sobre todo tengo ganas de que se vuelva a repetir. No sé si fue antes durante o después de los tantos shots de tequila, o del Queirolo casi puro que nos tomamos. No sé qué fue, sin embargo fue el mejor comienzo para celebrar mis 18, que he tenido.

Qué hicimos ayer? No, no, la pregunta es: Qué no hicimos ayer?

13 marzo 2011

Hello, my old friend.

Antes pensaba que, de poder modificar el pasado, cambiaría mi titubear, mis nervios, mis ansias y mis incontenibles ganas de hablarle... cada que lo veía. Antes, hubiera deseado desviar mi atención en cuanto me gustaba y así, hubiera aprovechado más su amistad como lo que él realmente era y no como yo imaginaba noche tras noche. Sin embargo, en algún momento de esta noche, mi pensamiento cambió por completo. No sé si culpar los escasos grados de alcohol en mi cuerpo, pero hoy, me pude dar cuenta que si dejas ir el pasado, el presente lo puedes dibujar a tu antojo. 
Hoy, yo dibujé un presente lleno de risas, puras y contagiosas.

Y hoy, sólo puedo pensar, que de poder modificar el pasado, no cambiaría absolutamente nada. 
Me siento sola. Sola como quien perdió su sombra. Sola en un millón.
Sola.

12 marzo 2011

El demonio del perro del hortelano.

¿Qué estoy haciendo? quiero decir, ¿Qué demonios estoy haciendo? Confundiendo lo inconfundible, actuando como si te quisiera de vuelta cuando mi corazón realmente no lo quiere, manipulando mi nostalgia y tergiversando sentimientos. Cedí ante mi demonio del perro del hortelano, que no quiere contigo, y que no quiero que tu quieras sin mi. Me volví el egoísmo reencarnado en sustantivo, en la droga que persigue a un adicto y no puedo decir otra cosa que lo siento.
 Aunque sé que esas dos palabras han salido varias veces de mi boca, hoy las he tatuado en mis labios. Sólo por si me vuelve a ganar la tentación...yo, lo siento.

10 marzo 2011

Wishful thinking

Y no duermo desde hace tres días, coincidentemente, desde tu regreso a Lima.

Sé que es en vano escribirte, no sólo porque después de todo lo que sucedió, perdí el valor de entregarte mis palabras, sino también, porque de tenerlo, se que me las devolverías... intactas, puras y no leídas. Y sería completamente merecido, al fin al cabo fui yo quien borró los puntos suspensivos que trazaste a nuestra historia con la esperanza innata de volver a retomarla. Fui yo, y también fui yo quien le puso punto final a tu esperanza, e inspiró las primeras palabras del siguiente capítulo de tu vida: No la odio, pero...

No me odias, pero cuando nuestras miradas se crucen voltearás la tuya para evitarme, cuando escuches mi voz te harás el sordo y cuando me sientas cerca te alejarás lo más que puedas. Y te entiendo, de ser tú no sólo me alejaría de mí lo más que pudiera, sino también construiría una muralla que prohibiera el ingreso de corazones con problemas mentales como el mío. Es más, conociéndote sé que dentro tuyo se están reproduciendo defensas contra mi enfermedad, y repito, te entiendo. Sin embargo, estas horas donde mi sentido común pierde la razón y la nostalgia se mezcla con un par de terribles canciones melancólicas, yo... yo extraño tu sonrisa, tus ojos, tu mirar, tus manos en las mías, tus labios sorprendiendo los míos. Extraño tu manera de ser y la persona que era contigo... aún cuando esa no era yo por completo... te extraño.

Tengo que admitirlo, aún cuando no cambiaría nada del pasado (así lo haya pensado), te extraño. Aún cuando repetiría cada palabra de aquel jueves gris, te extraño.
Maldita sea. Si lo hago.

Sin embargo, chico de la guitarra en mano, tienes que entender que corazones nómadas como el mío, no quieren aprender a querer y se rehúsan a ser queridos.

08 marzo 2011

De vuelta al vecindario

Y en un trágico accidente esta montaña rusa de emociones descendió, mi cordura murió

Pasó mucho, diré poco.

Comencé el año probando el dulce sabor de algo muy parecido al amor Sin embargo cuando creí haber encontrado mi próxima adicción, le di una probada mi a antojo más tentador.
No quise ceder pero el agridulce sabor de libertad me dominó. Volví a la adicción, dejé ir al ángel de la guitarra en mano y le abrí la puerta a demonios del pasado.
Soledad brindó por el exilio de aquel que quiso hacerme creer en el amor, y se instauró en cada rincón de mi corazón.
La sangre me llamó, corrí a su auxilio pero en el camino los lazos de hermandad se enredaron y caí.
Soledad se burló, pero no más que yo cuando me levanté con una sonrisa y decidí, por primera vez, exiliarla de mi vida.

Y después de un par de días, recogí los papeles del suelo, me miré al espejo y sonreí para finalmente revivir.

Re vivir y volver a escribir.