08 noviembre 2011

A nada

Vulnerables, así somos cuando no hay nadie en la puerta de nuestro corazón: patetica e irremediablemente vulnerables al amor. Creemos que el amor de nuestra vida es la primera mosca que ronda por nuestra cabeza, cuando tanto no lo es. Confundimos amor por compañia, inventamos historias y finales felices... e imposibles.
Finalmente, nos enredamos en el desenredo más desenredado... hasta que despertamos.

Despertamos y nos damos cuenta que no hay mariposas, no hay historia y no hay finales felices... aún. Ya llegarán, eso sí, pero aún no es el tiempo ni el momento indicado.

Todo a su ritmo y ahora, que mi ying amoroso le ganó al yang temoroso, puedo decir que mi ritmo esta abierto a la dirección del amor.

Y mientras eso no llegue, de la diversión.

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